Lectura: Salmo 121:1-8
Pastora Belkis Fernández
La vida del ser humano es un peregrinar, es un viaje donde tenemos que enfrentar desafíos, pero en todo momento a sus hijos Dios les garantiza cuidado y protección.
¿Cuándo nos sentimos protegidos? Un infante en los brazos de sus padres, por ejemplo. ¿Hacia dónde colocamos nuestra mirada ante el peligro? La ponemos en quién o quiénes nos puedan proteger. El pueblo de Israel tenía esos montes, los más altos y hasta ahí colocaba su mirada y algunos en el templo.
¿A dónde alzamos nuestros ojos? Dios nos guarda en todo tiempo y en los diferentes ciclos de nuestras vidas, aun desde el vientre de nuestra madre, ya nos miró y ha hecho planes para nosotros. El salmista expresa que alzó sus ojos a los montes, pero los montes no le respondieron, sino que su ayuda vino del que hizo los montes y toda la creación, de Jehová de los ejércitos.
El Creador, nuestro Señor no se equivoca, no se duerme y tiene un equipo celestial que nos protege aquí y aun cuando tengamos que salir de este mundo.! El Señor es grande¡
Jehová es tu sombra a tu mano derecha. El conoce lo que nos hace falta, sabe librarnos de todo mal y a pesar de que somos tan limitados porque no vemos más allá, porque nos enfocamos en lo que deseamos ahora, en algo tangible, en lo que vemos y palpamos; pero aun así Dios tiene misericordia y nos dice que guardará cada movimiento cuando entramos y salimos, incluyendo la salida de este mundo y el traslado hacia la vida eterna, hacia la morada celestial.
Vivamos en esperanza, traigamos el consejo de Dios a nuestros corazones para saber responderle a Dios correctamente en el tiempo apropiado y no estemos desapercibidos como los que no tienen esperanza.
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