Lectura: Lucas 7:1-10
Pastora Belkis Fernández, D.Min.
Al borde de la muerte estaba un siervo/esclavo hasta que Jesús lo sanó a distancia, por la fe de su patrón quien decidió ir en búsqueda de Jesús. El esclavo recibió sanidad por la solidaridad y la fe de otros. Este esclavo estaba postrado gravemente enfermo. Jesús no lo tocó ni le dio tiempo de llegar a la casa del centurión. En el camino Jesús hizo el milagro de sanidad, de manera no presencial.
El centurión, era un militar romano que tenía cien hombres a su mando. El hizo uso de su papel de autoridad. Él se acercó a los ancianos para buscar ayuda, es decir hizo uso de intermediarios para lograr ser escuchado por Jesús.
El militar romano no dijo, sanen a mi esclavo, recuerden que estoy comprometido con el pueblo de Israel, recuerden que le edifiqué una sinagoga. El centurión simplemente reconoció la autoridad divina de Jesús el cual, por su Palabra, su esclavo recibió sanidad.
El centurión no quiso poner a Jesús en apuros, al saber las barreras culturales judaicas en guardar distancia con los gentiles para evitar ser contaminado. El mantuvo una conducta humilde y reconoció su condición de pecador, de tal forma que Jesús no era digno de que él lo recibiera en su casa.
Esta fue una sanidad recomendada porque le dijeron a Jesús, considera sanarlo porque él ama a nuestra nación y ayudó a construir una sinagoga. Este militar había aportado a la obra de Dios, pero no sacó sus aportes a la hora de presentársele esa necesidad, de ver a su criado sano.
Si estás al borde de la muerte, o te sientes que te puedes caer en un precipicio; otros pueden caminar contigo y por la fe de otros, tú puedes recibir sanidad. Hoy, Jesús está dispuesto a llevar sanidad a muchos corazones heridos y cuerpos enfermos, solo tienes que creer en su autoridad divina. ¿Qué le impactó a Jesús de este militar? Que ni adentro de Israel había visto tanta fe. Al llegar a la casa el siervo ya había recibido sanidad.
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