Lectura: Santiago 3:6:12 y Proverbios 16:32
Pastora Belkis Fernández, D.Min.
La lengua es un miembro del cuerpo que es pequeño, que, si uno mismo no lo controla, se convierte en un fuego devastador. El ego humano, convierte a la persona en maestro de sí mismo. Hoy tenemos muchos religiosos poderos y fuertes que pueden llegar a manipular la Palabra de Dios. Hay padres que dañan a sus hijos, miembros de la familia biológica y de la fe que se han dañado, y personas que usan las redes sociales para perjudicar por su egoísmo a otros.
Proverbios 16:32(b) nos enseña que es mejor controlarse uno mismo que conquistar una ciudad. El dominio de atender a nuestros propios caminos, para no ser partícipes de pecados ajenos. Jesús nos enseña en los evangelios que la boca revela lo que hay en el corazón de la persona.
El problema es que es tan fácil hablar mal de los demás y sin medir consecuencias caemos en rumores, palabras sin sazón, chismes y sale a la superficie, la maldad que hay en el corazón. Santiago compara la lengua con el freno del caballo, con el timón que conduce un barco y con una pequeña chispa que enciende un bosque. El hombre puede domar un animal, pero no puede domar la lengua.
La lengua es un veneno mortal que contamina, inflama la creación y daña los planes de Dios para sus semejantes. Hay muchos que no logran recuperarse porque el daño ha sido muy grande.
La incoherencia de la lengua consiste en llamarse una persona religiosa, bendecir a Dios, pero al mismo tiempo hablar mal del hermano, que es la imagen de Cristo. Esa inconsistencia se manifiesta en el carácter de la persona, en sus acciones, que a la larga niegan y aplastan la imagen de Dios. Ellos manejan verdades absolutas y se olvidan de que Dios tiene planes con todo aquel que se arrepienta de sus pecados.
Santiago aconseja que, si una persona se cree religiosa, tiene que refrenar su lengua, de lo contrario, si no tiene dominio de sí, su práctica religiosa es vana. (Santiago 1:26).
Un cristianismo práctico es un acompañamiento a los más vulnerables, visitando huérfanos, viudas, personas en diversas tribulaciones (analiza esto en el contexto social actual); y guardarse sin mancha del mundo. La fe acompáñala de obras de misericordias y de hacer el bien.
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