Lectura: Marcos 9:16-29
Predicadora Pastora Belkis Fernández D.Min.
En Marcos capitulo nueve, aparece un padre de familia desesperado porque no encontraba solución al problema que tenía su hijo. El padre había buscado ayuda a través de los discípulos, pero el problema continuaba. Cuantas veces nos acercamos a Dios, vamos a la iglesia buscando ayuda, o buscamos a un consejero familiar y, aun así, el problema sigue; hasta que llevamos el problema a Cristo.
¿Cómo procede Jesús ante esta crisis familiar? El Señor reconoce que hay un problema de incredulidad, no solo del padre del muchacho y la familia, sino también de sus discípulos y a nivel macro, una generación de gente incrédula.
Al bajar Jesús del monte, El Señor dio la orden, de manera imperativa dijo: “Tráiganme al muchacho”. Le llevaron al jovencito y la crisis se manifestó. No sabemos el impacto que tuvo en su madre o si tenía hermanos, pero el problema se manifestó con violencia. La vida del jovencito estaba en peligro tanto por el fuego o por el agua.
Jesús analiza su historial y dijo al padre, ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Describe el dolor que le causa hasta querer matarlo. Le echaba al fuego y al agua. Hay problemas que se manifiestan con adicciones, amistades e influencias dañinas y como decía hace unos años, pudo haber sido un problema patológico y de índole psiquiátrico. Hay niños que pueden ser atormentados por espíritus malignos. El padre habla en nombre de la familia y le dice a Jesús, “ayúdanos, ten misericordia de nosotros. El problema principal es que la fe del padre no estaba tan fuerte ante ese problema. El hombre pidió a Jesús que le ayude a creer.
El Señor Jesús dijo: Espíritu inmundo y sordo yo te mando que salga de él y no entres más en él. Jesús tomó al jovencito de la mano, lo enderezó y el joven se levantó. Los discípulos le preguntaron por qué ellos no resolvieron. El Señor mismo reconoce que ese género de maldad solo con ayuno y oración puede salir.
Actúa creyendo, usa los recursos de dependencia de Dios como es el ayuno y la oración. No ocultes tus problemas, llévalos a Cristo y déjalos en las manos del Todopoderoso.
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