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Una Iglesia Llena de la Presencia de Dios - Prédica

Celebrando la Reforma Protestante

Lectura: Efesios 4:1-6

Predicando Pastora Belkis Fernández, D.Min.


La iglesia no es club social, no es teatro de atracción, no es un espacio de poder religioso donde un solo un grupo secuestra y se adueña de la verdad de manera absoluta. Evitemos los nuevos papas, lideres céntricos y pongamos los ojos en Jesús el autor y consumador de la fe. Hay un pequeño remanente que sufre penalidades, que paga el precio de seguir las pisadas del Maestro, de seguir su dechado.


La reforma protestante trajo esperanza en medio de una iglesia que se corrompió. Los reformadores retornaron a la Escritura y proclamaron los cinco solos. Solo Jesús, solo la fe, solo la Escritura, solo por gracia y solo para su gloria.


El 31 de octubre del 1517 Martin Lutero, clavó sus 95 tesis en la puerta de la catedral de Wittemberg y lo hizo producto de una reflexión bíblica. Habacuc dijo el justo por la fe vivirá porque sentía el dolor al ver el comportamiento de los babilonios practicando la injusticia, el orgullo, la ingratitud y observó la escasez de los justos. Martin Lutero, 507 años atrás renunció a ese mundo de falsedades y tuvo que enfrentar el sistema religioso, príncipes, papas, y sufrir persecuciones y amenazas.


Mientras el 31 de octubre algunos celebran la reforma protestante, otros en Europa, Canadá y Estados Unidos, celebran la festividad de Halloween, fiesta que toma el personaje de la muerte para infundir terror en niños, adolescentes y jóvenes. La compra de las indulgencias, el poder jerárquico sacerdotal y papal, las mentiras de un purgatorio y penitencias estériles pusieron en evidencia la corrupción de la iglesia de aquel entonces.


El Señor no va a abandonar a su iglesia, aún hay un remanente fiel. Él le dijo a Pedro, tipificando esa roca, la cual es su cuerpo; que las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Las redes de maldad celestial podrán traer confusión a los indoctos y fluctuantes de la fe, a los que se dejan engañar, pero el creyente verdadero seguirá buscando el conocimiento del Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo.


La iglesia tiene la responsabilidad de modelar la vida y no la muerte, esperanza, y no desesperanza conquista y no derrota, eternidad y no temporal, gozo y no tristeza, esfuerzo y no vagancia, fruto y no esterilidad y todo lo que sea de buen nombre para su gloria. El apóstol Pablo le recuerda a la iglesia de Éfeso a retomar el llamado de la unidad del cuerpo de Cristo, desarrollando un carácter de humildad, mansedumbre, paciencia y amor mutuo.


Hoy, tenemos una iglesia que tiene que cuidarse para no caer en la arrogancia y en el pecado del exclusivismo, divisionismo y un evangelio altanero. El cuerpo de Cristo necesita una segunda reforma que empiece con corazones y vidas transformadas por el poder de Dios.


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